Por Roberto Bailo //
Reseña de la tesis doctoral Terapias con psicodélicos: entre el modelo biomédico y los horizontes de una nueva psiquiatría de Maximiliano Zeller (2024).
Recientemente está a nuestra disposición la tesis doctoral de Maximiliano Zeller1 acerca de las psicoterapias asistidas con psicodélicos (PAP). Si bien es un trabajo académico especializado, cuyo tema de investigación está bien delimitado, parece imposible, antes de leerlo, no preguntarse de dónde viene. Para una persona que no haya sido introducida en el tema, el término “psicodélico” fácilmente será asociado con drogas, buena música, películas delirantes, viejas historias sobre amor y paz, rituales realizados en las profundidades de la selva y cosas por el estilo. Con suerte, esta misma persona podrá distanciarse por un momento de ese remolino de imágenes entre atractivas y perturbadoras para evaluar fríamente al objeto de estudio.
Aunque no se haya tenido una experiencia directa, nadie permanece indiferente frente a los psicodélicos; en cada caso sabemos o creemos saber algo acerca de ellos. De hecho, en los últimos años, psicodélicos como la psilocibina o la ayahuasca han pasado a formar parte de nuestro imaginario colectivo. Dicho de otra manera, han sido integrados y amalgamados simbólica y materialmente con otras dimensiones de nuestras vidas, por tanto, progresivamente se han naturalizado a través círculos sociales concéntricos. Pese a todo, y en gran parte porque su uso no ha sido debidamente institucionalizado y en la mayoría de los casos resulta ilegal, todavía pervive a su alrededor un aura esotérica bastante bien aferrada.
Por tanto, lo que cabría hacer antes de abocarse a la tesis en cuestión sería revisar las creencias comúnmente asociadas con esta clase particular de sustancias. Y sin dudas la primera creencia para revisar consiste en la asociación entre el término “psicodélico” y el término “droga”. A decir verdad, la asociación no es incorrecta, o sea, hay un modo en que hablar de los psicodélicos como drogas tiene sentido, pero no es explicativa. Con decir que los psicodélicos son drogas no podemos elucidar de una mejor manera qué son. Esto es así porque el concepto de droga, por lo menos en el modo cotidiano de habla, no nos aporta conocimiento; más bien, es un obstáculo. El término “droga” tiene tantas connotaciones morales, políticas y mediáticas que vale la pena evitar su uso si queremos entender a qué nos referimos cuando hablamos de psicodélicos.

Los psicodélicos – como la etimología de la palabra lo indica – son concebidos como reveladores de la mente, esto es, como un tipo específico de sustancia (entre las que incluimos al LSD, la psilocibina, la DMT y la mescalina) cuya singularidad es ponernos en contacto con estados mentales poco frecuentes en nuestro ritmo de vida cotidiano. A diferencia de otros nombres, tales como “psicotomimético” o “enteógeno”, el concepto de psicodélico implica menos compromisos, tanto epistémicos como ontológicos. Simplemente hace referencia a la capacidad de estas sustancias para afectar en poco tiempo nuestras capacidades cognitivas, sistemas doxásticos y fenomenología. Esta manera de entender a sustancias tales como el LSD o la mescalina es mucho más explicativa que apelando al concepto de droga.
Ahora bien, cuando pensamos en el término “psicodélico” no solo pensamos en un tipo de sustancia, sino también en un estilo de vida. Como sugerí antes, los psicodélicos perviven en el imaginario colectivo a través de su rol primordial en la elaboración de un estilo cultural alternativo, cuyas manifestaciones iban desde el rock hasta los collares budistas. Más allá de los psicodélicos, lo psicodélico incluye a todo un sistema metafísico compuesto por valores puritanos, sabiduría oriental, química moderna y proyectos bucólicos. Por este motivo, es factible afirmar que la tesis de Zeller se inscribe en un proceso de redescubrimiento de los psicodélicos.
Al menos dos factores llevaron a que hoy hablemos de redescubrimiento. En primer lugar, el prohibicionismo y la criminalización que engulleron a los psicodélicos desde fines de los años 60’. Gracias a las políticas que volvieron ilegales a su producción y distribución, y criminalizaron a sus usuarios, tanto experimentos científicos como sociales en torno al potencial terapéutico y político de estas sustancias fueron abruptamente interrumpidos. No podríamos hablar de redescubrimiento si los psicodélicos no hubieran caído en una fase de oscurantismo hace algunas décadas. En segundo lugar, existe una reflexión creciente en torno de lo que entendemos por salud mental. Dicha reflexión en gran parte está alentada por las críticas que contra el modelo biomédico hegemónico se vienen acumulando. Sin dudas, uno de los pilares del consenso neoliberal es la McDonalización de las condiciones mentales. Sin caer en modelos extremos como el de Un Mundo Feliz, cabe postular que el acondicionamiento farmacológico en las sociedades basadas en el consumo es evidente. Sin embargo, como todo proceso a gran escala, manifiesta fisuras y cortocircuitos: cuanto más grande es el rango de personas que resultan defraudadas con el modelo biomédico, más apoyo reciben las vías de investigación y experimentación alternativas. Entre estas vías se hallan las psicoterapias asistidas con psicodélicos.
Por tanto, hablamos de redescubrimiento porque queremos hacer referencia a la reintroducción de los psicodélicos en el imaginario colectivo, a partir de nuevas asociaciones tanto conceptuales como pragmáticas. La tesis de Zeller explora minuciosamente una de estas vías por la cual los psicodélicos vuelven a formar parte de la agenda social.
Las psicoterapias asistidas con psicodélicos tomaron fuerza a partir del 2006 y desde ese entonces han crecido y se han diversificado exponencialmente, por tanto, la pertinencia de la tesis en cuestión no necesita ser justificada. El autor comienza elaborando una crítica al modelo biomédico en la psiquiatría, basada en al menos tres puntos: la concepción reduccionista por parte de la psiquiatría de las condiciones mentales, la incorrecta interpretación que desde la psiquiatría se hizo y hace de los avances en neurobiología, y el des-agenciamiento de las personas usuarias de tratamientos psiquiátricos dentro del modelo biomédico. En el capítulo 2, Zeller explora un conjunto de modelos alternativos al biomédico; modelos que, dejando de lado el cerebrocentrismo, toman en consideración otros factores que nos ayudan a elucidar la noción de trastorno – condición – mental. Entre estos factores se hallan la flexibilización de la tajante división entre lo normal y lo patológico, la recuperación de la experiencia subjetiva y la revaloración de los componentes socioculturales de nuestra vida mental.

Ya en el tercer capítulo, titulado “La investigación neurológica de los psicodélicos”, Zeller hace un movimiento clave. Para a entender a qué me refiero partamos de la siguiente afirmación: sería una tentación razonable para las investigaciones sobre el potencial terapéutico de los psicodélicos apoyarse en la metafísica y la retórica del modelo biomédico, y de este modo, fluir más cómodamente por las corrientes de la validación científica. Pese a que dicho modelo se halla en crisis, de todas formas, las personas siguen hipnotizadas por las imágenes relampagueantes de cerebros y la financiación sigue sujeta a la promesa de encontrar la píldora milagrosa que todo lo cure. Por tanto, es común que las investigaciones, tanto científicas como filosóficas, en torno a los psicodélicos se empecinen en mostrar el modo preciso en que cada una de estas sustancias actúa en nuestros cerebros causándolo todo: desde los cambios doxásticos hasta la fenomenología geométrica. Por tales motivos, el movimiento de Zeller antes mencionado es relevante: él critica una posible fagocitación de las investigaciones sobre psicodélicos por parte del modelo biomédico, mostrando que, si bien las investigaciones neurológicas tienen valor, no son suficientes para entender la efectividad y el alcance de las PAP.
En consecuencia, en el capítulo 4 el autor pondrá de relieve la importancia de la dimensión psicoterapéutica de los psicodélicos. Haciendo hincapié en el set (actitud) y el setting (entorno), así como en la alianza terapéutica y en la integración posterior de las experiencias psicodélicas, quedará más claro la necesidad de un modelo multidimensional y multicausal para explicar las virtudes sanadoras de sustancias tales como el LSD o la ayahuasca. Lo que debemos tener en cuenta, en última instancia, es que los psicodélicos son indisociables de sus terapias respectivas. No hay manera de hablar del potencial sanador de estas sustancias sin aclarar las condiciones terapéuticas con las cuales vendrán asociadas en cada caso. De hecho, podemos afirmar que, sin una debida contención terapéutica, el uso de psicodélicos puede tener consecuencias nefastas. Otro tema de discusión es en qué medida los dispositivos terapeúticos son y/o deben ser más o menos democratizados y popularizados.
En el capítulo 5, Zeller indaga una serie de dificultades que afronta la investigación sobre PAP, muchas de ellas consecuencia de enmarcar tales investigaciones en el modelo biomédico. A través del relevamiento de tales dificultades queda en evidencia que el modelo en cuestión es un contenedor demasiado estrecho para lidiar con las múltiples variables que se ponen en juego en las PAP.
En el sexto y último capítulo se ofrecen respuestas tentativas a cuatro objeciones que se les dirigen comúnmente a las PAP. Aquí me centraré en solo una de ellas. Más de una vez se han objetado dichas psicoterapias aduciendo que generan una ilusión o delirio reconfortante en su usuario. No son pocas las personas que al consumir psicodélicos terminan reportando creencias poco naturalistas del tipo unión cósmica con el Uno inefable, entrelazamiento cuántico de los cuerpos astrales, incluso encuentros cara a cara con mantis gnósticas o viajes a urbes hiper-tecnológicas propias de la ciencia ficción. Por tanto, la objeción afirma que, por más bien que los psicodélicos hagan a quienes los consumen, en última instancia, infectan a estas personas con creencias riesgosas, las cuales son desalentadas desde el racionalismo naturalista moderno. A decir verdad, parte de mi concuerda con la objeción: no me gusta tener que escuchar constantemente a mesías freelance contarme la buena nueva. Pese a todo, la objeción es injusta, pues no son los psicodélicos los que ponen a las personas a creer en la magia, los mitos y las filosofías esotéricas. Fuera de las paredes asépticas de los laboratorios y salones universitarios, el grueso de la población mundial mixtura su materialismo cotidiano con arrebatos de religiosidad (desde personas vestidas con colores pasteles que abrazan árboles hasta hinchas de fútbol en trance producto de mantras salpicados de homofobia y xenofobia). Si nos molestan los delirios que las personas cuecen en sus casas y transmiten a través de sus ritos, debemos ir mucho más allá de los psicodélicos en nuestra cruzada naturalista.
Dicho todo esto, y más allá de que la tesis de Zeller posee las virtudes de un trabajo exhaustivo y apasionado, para terminar quisiera rescatar la que para mí es su mayor utilidad y atractivo. Frente a los ardores que el capitalismo new age fomenta en las personas a partir del consumo de sustancias, experiencias, círculos sociales, literatura de autoayuda y demás merch, la filosofía debería ser capaz de echar un balde de agua fría sobre esos incendios, sin por ello subestimar u ofender a las personas en su condición de no-filósofas. En mi opinión, el fervor actual por los psicodélicos – con el reino fúngico convertido en becerro de oro – solo puede terminar de una manera: seco, vacío y olvidado, al igual que una mina de litio sin el valioso recurso. Por tanto, para las personas que creemos en el potencial terapéutico, cognitivo y político de los psicodélicos, sin por ello vernos arrastrados a fantasías utópicas, deberíamos señalar las consecuencias indeseables de esta clase de fanatismo, y contribuir de la manera que podamos para reemplazarlo por un tipo de construcción más lenta, menos impresionante, pero sustentable, tanto para los individuos, las comunidades y nuestras amadas sustancias reveladoras de la mente.2
Notas:
- A través del siguiente link se puede descargar gratuitamente la tesis:
https://drive.google.com/file/d/1NoYTDbQWrLKRHcZ1MBW63ML-xjYLYL4C/view?usp=sharing ↩︎ - Para aquellas personas interesadas en la filosofía de los psicodélicos, Maximiliano Zeller coordina un grupo de estudios en el SADAF. Para más información, comunicarse a gafepba@gmail.com. ↩︎

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