Cinco minutos de fama

Por Maia Shapochnik //

Traslado

Salgo, cierro la puerta con un golpe seco. Si no, no cierra. Nunca es un solo golpe, son dos o tres. Después, cierra. Cruzo el pasillo, esquivo los mosquitos que viven ahí y salgo a la calle. Son cuatro cuadras hasta la parada. En realidad, son más, pero para mí son cuatro. Me tomo el colectivo y una parada después de Puente Saavedra me bajo. Camino una cuadra, dudo si entrar a café Martínez a comprarme un café para llevar, me lo compro -siempre – y camino una cuadra más. 

Pasarela

Llego a la esquina del profesorado. Tengo que atravesar esa cuadra plagada de estudiantes esperando entrar. Podría esquivarlos, como a los mosquitos. Pero no. Camino despacio porque tengo el café en la mano. Y ahí, siempre la misma escena: 

Profe! 

Hola profe

Qué tal profe

Profeeee

Hola profe

Profe, ¿cómo anda?

Profe

Hola profe

Profe tanto tiempo

Profe la extrañamos

Profe hola

Profe

Profe

Profeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

Al magma de caras y voces respondo con un gesto de la mano, avanzo, sonrío, saludo. Avanzo, sonrío, saludo. Camino lento. Intento no tirar el café. A veces pronuncio un débil hola, otras solo hago un gesto con la cabeza. Así, una cuadra. Me abro paso entre la multitud, abro la puerta y entro. Por unos instantes, el murmullo se aplaca. Lo que hay es silencio. Quietud. Alivio.

Camarín

Llego a la sala de profesores. Ahí también escucho las mismas palabras: 

profe, hola

Hola profe

Hola Maia

Hola, hola, ¿cómo andan? 

Pero en ese recinto también suceden otra clase de conversaciones. De esas que se tienen antes de que venga lo importante. Esas conversaciones para llenar el tiempo, tan superficiales como necesarias. 

Ay, ¿ya es la hora? 

¡¡No puedo más!!

Qué cansancioooo

¡¡¡Y recién estamos en abril!!!

¿Cuándo es la semana virtual?

Que frioooo

Ay, me mata la humedad

Che, juntémonos a hacer una jodita

¿Vamos? ¿Ya?

Escenario

Subo las escaleras. Un mes de clase y todavía no recuerdo cuál es el aula. Me voy asomando a todas a la espera de una señal que me indique que es ahí: una cara conocida, un gesto, un aula sin profe. Cuando reconozco dónde es, respiro profundo y entro. 

Hola! ¿Cómo están? ¿Empezamos?

¿Se acuerdan qué estábamos viendo?

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