La pregunta

Por Alejandra Urdangariz //

Julio de 1986

Querido Padre:

Escribo estas líneas con algo de torpeza, espero me sepa disculpar, soy bueno con la pierna izquierda, pero un tronco con la lapicera en la mano. Quisiera poder agradecer, ir a la parroquia y agradecerle a Dios, agradecer todo lo que me está pasando. Pedir por mi vieja y mi viejo, pero usted sabe que no puedo, me siguen los periodistas, y también la gente. Pero, en esta oportunidad, necesito más que nunca de usted y estoy dispuesto a ir a confesarme. Lo necesito, no sé: podría disfrazarme… ir hasta la parroquia, en un horario no habitual. ¿Qué le parece? ¿Puede ayudarme, Padre? Me conoce desde chiquito… cuando la Doña Tota me obligaba a ir a la misa. ¡De los rulos me llevaba la vieja! Yo no me olvido de usted, y ahora lo necesito. ¿Qué dice, Padre Juan? Mi querido Padre. Espero con ansias su respuesta.

Diego

Fiorito, viernes 8 de julio de 1986

Querido Diego, hijo de Dios:

Me ha sorprendido tu carta. Desde que te fuiste del barrio no te he vuelto a ver personalmente, ni a tus padres (quien viene a menudo es Fernando). Noto tu fama en ascenso, tu gloria y eso me alegra, aunque, también, me preocupa. Me emociona que me cuentes entre tus recuerdos, en medio de tanta algarabía. Como todo hijo de Dios, sos bienvenido, pero no puedes ingresar disfrazado, eso es una blasfemia al Señor. Tendríamos que pensar otra solución para que puedas confesarte. Permitirte el ingreso fuera del horario, implica una falta grave, a la cual no quiero exponerme. Espero sepas comprenderme, entiendo que no puedas venir como un ciudadano de a pie, pero lo eres, eres un mortal, no lo olvides, todos somos pecadores y necesitamos de la palabra de Dios.

Que Dios te bendiga.

Padre Juan

 22 de julio 

Querido Padre:

Gracias por responderme. Entiendo los inconvenientes que puede generar lo que le he pedido. Sinceramente pensé otras alternativas, pero no me convencen del todo. Espero que Ud. no se lo tome a mal, pero pensé proponerle de enviarle un auto (discreto), para que lo pase a buscar y traerlo hasta mi casa. Tal vez podría comunicarme con Fernando, para que lo acompañe y se sienta más seguro. Imagínese que no voy por Fiorito porque la gente se entera y resulta todo un caos… en las casas está la tapa de “El Gráfico” con mi cara, más que la de Jesucristo. Es así Padre, sin ofender, pero es así. Por eso lo necesito, Padre, debo confesarme y lo quiero hacer con usted, que es una persona que sabrá guardar mis palabras. Gracias, Padre Juan.

Diego

Fiorito, lunes 1 de agosto de 1986

Querido Diego, hijo de Dios:

Temo decirte que yo no salgo de Fiorito, no es un capricho, pero el lugar que Dios me dio es aquí, y aquí rezo por todos nosotros, entre las calles de tierra, las vías del tren, la feria y el potrero; y aquí puedo esperarte el tiempo que sea. Hay fotos de vos por doquier, seguramente, yo no lo sé. Ídolos los hubo siempre, pero creer es otra cosa, hijo. Creer va más allá de cualquier imagen o estampita que hoy esté faltando en las casas. Lamento no poder ayudarte, pero siempre te esperaré. Tal vez puedas venir vos con un auto no lujoso, no advertiría a nadie de tu visita.

Que Dios te bendiga, hoy y siempre.

Padre Juan

10 de agosto

Padre querido:

No quiero molestarlo más, solo confesarle un sueño que me atormenta: veo una escenografía maravillosa, el estadio lleno, el césped caliente por el sol. El público: increíble, yo ahí en el Estadio Azteca. Mi corazón late. Usted lo habrá visto, Padre… ahí estaba el inglés Sansom y el arquero Peter Shilton. Y llegó el segundo gol, golaaaaazo, Padre…¡no me diga que no! El gooool de la victoria, la revancha por los pibes de Malvinas, la argentinidad, Padre, la argentinidad. Todo eso vuelve a mí. Sí, Padre vuelve, lo tengo incrustado en mi pecho. En mi sueño los gringos gritan y apuran al árbitro, como en el partido real. Reclaman que fue mano: que metí el gol con la mano. ¿Sabe, Padre? Me da gracia, pero debo admitirlo que fue así, fue “la mano de Dios” la que hizo todo esto. ¿Usted qué opina, Padre?

Diego

   Villa Fiorito, viernes 15 de agosto de 1986

Querido Diego:

Tomo tus palabras como confesión. Algo tan osado como antirreglamentario, no puede ser obra de la mano de Dios. Podría darte el encargo de que reces varios padrenuestros y avemarías, que repases tu rosario… en fin, cuestiones que no desconoces, hijo mío.

Diego, temo que Dios te ha hecho inmortal, inmortalmente antirreglamentario.

Solo puedo desearte el amor y la conclusión que solo Él sabe.

Que Dios te bendiga y a la Argentina también.

El Padre Juan

31 de agosto

Gracias Padre por sus palabras, rezaré de todos modos, porque además le dije al Sansom ese, después del gol: “¿qué va´ hacer, hermano? Cocodrilo que duerme…” la rabia en sus ojos me persigue hasta hoy. Espero que después de esta confesión, pueda yo dormir tranquilo. Gracias, Padre Juan, cuando vaya por Fiorito, lo pasaré a visitar y llevaré unas buenas pelotas para los pibes.

El Diego 

Foto: Alejandra Urdangariz

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