Por Mariana Lanusse //
An Binh Island
A Van, encargada de Happy Family Guesthouse
Lo lava
como lava la sangre
el río sucio del Mekong
sus canales hambrientos.
Hombres tumbados
sobre lomos de motocicletas
yaciendo entre sueños ardientes de bambú.
Balsas prohibidas
comercio de sapos vivos
hielo, mantos de arroz
para mis ojos tristes.
La noche se descompone roja
sobre la almohada
flotan bombas dormidas,
el tiempo
no se las quiere llevar.
Van Bong Uong, tu familia
buscando a los hermanos
y yo entre frutas cayendo sin sonido
el sabor de una cerveza
en el atardecer
apenas el río
el abrazo de todos.

Tu Lan Cave
A Qguen, guía de Oxalis
No pares de cantar
en la cueva inmensa.
Dame con la voz
la luz que me falta
porque cuando abro mis ojos
aquí no hay nada
más que lamentos
y los cuerpos tiesos de rasgar
rocas para poder salir.
No pares de cantar
para contarme la historia de la selva
cuando árboles, pájaros y serpientes
abrazaron a tu familia
en la ruta secreta de Ho Chi Minh.
Tus hermanos aún llevan
las espaldas cargadas
pero te estás bañando conmigo
en las aguas azules de Phong Nha.
No pares de cantar
los búfalos descansan en los pozos calientes
mujeres desmalezan el maíz y el maní
el arroz descalzo.
Tu canto es la guerra y es la paz
abriéndose paso en la cueva
sobreviviéndola.
No pares de cantar, Qguen,
hasta que hayamos comprendido
que la hermosura
te pertenece
y que aquí somos de nuevo
extranjeros
sin lengua y sin canto
por mucho dinero
que podamos pagar.

Hoi An
A Tam Bui, hospedante de Coachsurfing
Veré tu cuerpo sudado bajo la lluvia
veré cómo se mueve
entre campos regados y frutas maduras.
Veré el mercado y sus esfuerzos
sus dolores sin remedio
y el dinero que dejaste allí olvidado
tu ropa deshecha sin importar
tu hijo conteniendo el mar
en sus brazos pequeños
riendo conmigo entre las olas.
Te veré viajando por el inmenso mundo
para ver en todas partes lo mismo
y huyendo del padre en motocicleta
por la ruta nacional
con tu hijo delante y una niña pequeña atrás
tu descendencia al viento y a salvo.
Una aldea desconocida te espera
tu casa de palos y flores
en el claro de la selva
que ahora me acoge.
Libre, iluminada te veo, lejos, al fin.


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